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Desconectar en verano. Consejos doy que para mí no tengo.

Bueno pues un año más, lo he vuelto a hacer, lo he vuelto a conseguir. Mira que me había entrenado para controlar la ansiedad, el agobio y el estrés que me produce el verano, el parón de actividad y la falta de planificación, y sobre todo la exigencia o debería decir imposición ¿ummm? de desconectar en verano. Pues nada oye, aquí estoy, sin ser productiva, aunque queriendo serlo, sin aprovechar el tiempo, aunque quejándome de todo lo que tengo que hacer, queriendo hacer todo a la vez, para acabar pasando la mañana tontamente delante del ordenador saltando de una página a otra.

Sobre el 20 de agosto empezaré a sentirme culpable, disfrutaré la primera semana de septiembre y me pondré en modo zen, ya por agotamiento. Luego bye bye verano, te prometo que el año que viene, seguro que sí que lo voy a hacer mejor, y el 12 de septiembre se acabó lo que se daba y vuelta a la rutina.

Y así año tras año…

Pues por fin, este año, he escuchado en la radio los consejos más prácticos sobre el estrés en verano, cómo aprovechar mejor el verano y cómo lidiar con la ansiedad, que por cierto es increíble que ansiedad y verano vayan juntas en una frase, y de cómo librarte de ese sentimiento de culpabilidad de estar haciendo cosas que no deberías y de no estar haciendo otras que sí. Y creo que el mensaje por fin me ha calado.

Lo que venían a decir era más o menos que tenemos que exigirle menos al verano en general y a nosotros mismos en verano, en particular. Que no puedo pretender leerme 3 libros, hacer un curso online, acabar de una p.ñetera vez la formación para mi web, estar con mis hijos, ir divina de la muerte a la playa y todo eso en 2 meses y alguna semana escasa.

Vamos que si toca salir a comer, pues aprovecha y come. Si toca salir a pasear y tomar un helao, pues te lo comes y punto, sin remordimientos. Si toca quedarse en casa, aunque haga sol, pues tírate en el sofá y pon una peli. Que para eso es verano.

Creo que me sería muy útil interiorizar de una vez el verano, como la estación de la aceptación de la improvisación, la estación del caos y la pérdida de concentración. La falta de rutina y el poco control sobre mi tiempo.  Empezar a ver esas cuestiones que me generan ansiedad como algo inherente a la estación y normalizado en estos dos meses. Como el frío en invierno, las lluvias en primavera, las alergias, el turrón en Navidad y el viento fuerte en otoño.

 

«…tenemos la permanente y molesta sensación de que no estamos trabajando en lo que deberíamos, de que no tenemos tiempo para las actividades que podrían ser esenciales y de que estamos dejando pasar la intemporal sensación de estar haciendo algo significativo, que es la esencia de la productividad sin estrés.”

 

Perseguimos el ideal de la “productividad sin estrés”, también deberíamos, al menos yo, perseguir el ideal de la desconexión sin estrés.

La aceptación del descanso.

No me gustan los mensajes que hablan del descanso del guerrero, de que debemos darnos premios o aceptar las vacaciones como un premio…puede ser un concepto peligroso para personas con niveles de alta autoexigencia, ya que puede que no se crean nunca lo suficientemente merecedores de esas vacaciones o ese descanso. Te lo digo porque me ha pasado.

Peligroso para unos y contraproducente para otros que tal vez están empezando en un negocio, o no han alcanzado la facturación prevista en el primer semestre del año, o por su actividad saben que el verano implica cero facturación. Te lo digo porque también me ha pasado.

 

«Tu capacidad de ganar fuerza es directamente proporcional a tu capacidad para relajarte”

 

Esta perlita sacada del libro Organízate con Eficacia (método GTD, Getting Things Done) de David Allen, es fácil de entender, pero difícil de aplicar. Para ser eficaz hay que saber descansar.

Una cosa es quedarse de vacaciones y otra muy distinta saber estar de vacaciones. Porque al igual que, aunque te metas en la cama no quiere decir que te vayas a poder dormir, el quedarte de vacaciones no implica que vayas a conseguir desconectar tu mente, o que sepas disfrutar la inactividad de una forma consciente.

Aquí toca hacerse una pregunta, qué entiendes tú por estar de vacaciones, desconectar o descansar.

Porque digo yo que sobre esto cada uno tendrá un concepto, expectativas y necesidades diferentes. Que ojo, yo he desconectado más en una escapada de fin de semana que en muchas de las vacaciones de playa de una semana que he tenido.

Yo reconozco que a mí, mis expectativas me pierden.

Y aunque soy de letras, justo en esta época pretendo usas las matemáticas, y aquí no funcionan ni las proporciones, ni las reglas de 3. Si en invierno trabajando hago tanto, en verano sin trabajar haré tanto más…no va así.

Así que nota para mí, y consejo para ti si quieres: Bajar las expectativas sobre lo que le pedimos al verano.

Estrés post vacacional, estrés pre vacacional, estrés antes, durante y después, el caso es estar estresados ¿no?

Este repertorio de síndromes, no son más que etiquetas que nos ayudan a intentar comprender qué nos pasa, cuáles son los procesos mentales bajo los que operamos y que, lo que nosotros creemos que son despiadados mecanismos de auto sabotaje de nuestro cerebro, no son más que procesos naturales que con un poco de comprensión y mucho auto conocimiento y aceptación, podemos controlar.

Qué pensamientos, creencias, experiencias y procesos hay detrás de esa sensación de conexión permanente:

-Cuando no sabemos separar el ser del hacer, y creo que de esto ya os había hablado, relacionado con mi vida en el lado oscuro.

Cuando no sabemos separar estos planos de nuestra vida, cuando la actividad en el hacer baja o desaparece, tenemos sensación de falta de sentido, de sentirnos vacíos. Como si no supiéramos cuál es nuestro lugar en el mundo más allá de nuestro trabajo.

Sobre esto, un trabajo de auto conocimiento, de lo que te define como persona de lo que eres más allá de lo que haces, puede ayudarte a saber estar sin hacer nada, sin sentir la necesidad imperiosa de hacer algo relacionado con tu trabajo para poder conectar contigo mismo.

-Relacionado con esto, está la sensación de sentirnos totalmente indispensables para la continuidad de la vida en la Tierra, es decir, una necesidad de control sobre todo lo que te rodea que te ayuda a satisfacer ese hacer continuo.

Tengo que controlarlo todo, porque eso me da seguridad, y además refuerzo ese control creyéndome absolutamente indispensable, no confiando en las capacidades de los demás y no aceptando que hay más formas de hacer las cosas a parte de la mía.

 

Voy a dejar que las cosas fluyan, pero necesito saber cuándo y a qué hora para organizarme.

No me merezco descansar, o no me lo he ganado según nuestro propio criterio y nuestra propia escala de medida. Bien porque este año no nos ha ido bien, o porque no hemos logrado nuestros objetivos, porque las cosas no han salido como queríamos. Si no nos sentimos ganadores o exitosos, no valoramos el esfuerzo invertido con lo que no nos sentimos merecedores del descanso del guerrero.

Esta idea peregrina, aunque parezca muy disparatada, está relacionada con creencias del tipo: sólo hay medalla para el primero, sólo los ganadores tienen derecho a celebraciones (y esto nos lleva a otras creencias del tipo ganadores vs perdedores, blanco o negro, éxito o fracaso).

Otra nota para mí, y consejo para ti: No estás rechazando proyectos, es que en verano tu trabajo se-pa-ra.

¡Con lo que me cuesta luego arrancar, mejor no paro! Esto sirve para los aparatos eléctricos que tienen modo standbye, pero incluso esto gasta electricidad y consume recursos. Una cosa es bajar el ritmo, frase que usamos mucho, y otra es tomarse unas vacaciones, un día de descanso, un tiempo de modo off.

Tanto si eres una televisión como si eres una persona, el modo off es el modo apagado completamente, desconexión total, cero consumo, cero gasto, cero esfuerzo.

Al desconectar en verano, es como si tuviéramos miedo a perder capacidad de trabajo o miedo a volvernos vagos, a que nuestro cerebro descubra que hay más vida más allá del trabajo y luego no nos deje volver.

Cuanta más dedicación  más compromiso e implicación tengo con el trabajo. Con este pensamiento, nos creemos que es la forma correcta de medir la implicación laboral, un argumento más para justificar ese bucle en el que entramos cuando creemos necesitar estar trabajado las 24h para sentirnos bien con nosotros mismos. Os invito a leer una publicación de El País «Nadie debería presumir de no coger vacaciones». Es como los que van de un lado a otro en una prisa constante porque eso indica lo ocupados que están, los que están o hacen por estar al móvil permanentemente porque eso hace que parezcan very important person. Pues esto es lo mismo, mira si soy indispensable para mi empresa que no me puedo ir de vacaciones ni una semana. ¡Ya nos gustaría! ser indispensables para la empresa digo. Pero va a ser que no. De verdad, aunque te duela, tú tampoco lo eres.

Consejos doy que para mí no tengo, ya lo sé.

¿Qué he aprendido con cada verano, y que tu también puedes aprender?

  • Lo primero identifica las situaciones que te generan estrés, ansiedad o te alteran.
  • En qué contexto, siempre las misas situaciones o depende de quién esté implicado en esas situaciones.
  • Me paro a identificar qué se me pasa por la cabeza en esos momentos ¿Qué pensamientos tienes en ese momento, y cuáles son las emociones exactas que sientes (no es lo mismo cabreo que enfado, no es lo mismo estar molesta que estar ofendida, aunque todas vengan de la misma emoción)
  • No me quejo sin pensar en las alternativas. Cómo te gustaría que fueran las cosas, y dónde radica la diferencia con el momento en el que estás. ¿Podrías bajar el nivel de exigencia entre lo que a ti te gustaría y lo que te toca?
  • A ver, ni blanco ni negro. Podrías ser flexible con alguna de esas cosas, y con alguna de las personas implicadas.

Darse cuenta de forma racional y consciente del por qué de nuestras reacciones, de cuáles son esas creencias que operan en las sombras y nos amargan la vida a veces, es lo que necesitamos para controlar los pensamientos que determinan nuestro comportamiento.

No es que vayamos a cambiar automáticamente, pero el conocer el origen de las cosas, la cadena de pensamientos que tenemos inconscientes que acaban en un comportamiento en particular ya sea, no parar de mirar el móvil, llamar a la oficina para ver qué tal va todo, o leer el correo a escondidas, nos ayuda a entender, aceptar (que no resignarse) y a gestionar. A mí me vale, un poquito…a veces.

Pero como te digo, consejos doy que para mí no tengo.