Qué incómoda verdad, esa sensación de no sentirte competente, de no dominar el medio y de sentirte inferior en las continuas comparaciones que te haces con otros compañeros de profesión.
Fíjate que curioso que se habla mucho del síndrome del impostor, de nuestro foco obsesivo en las cosas que nos faltan, que no sabemos, que no tenemos en nuestro perfil profesional…te suena ¿no? La incompetencia consciente que se decía antes, como una de las fases del aprendizaje.
O ya puestos a exagerar y a dramatizar en plan Sócrates “sólo sé que no se nada”
Lejos de mejorar, la sensación de incompetencia, el síndrome del impostor (o el pensamiento y esto a mí me pasa muchas veces de llegar tarde a todo, formaciones, metodologías, o nuevas corrientes laborales) posiblemente sea cada vez más frecuente.
La causa está en factores variados que puedes observar en tu entorno.
El contexto laboral actual ha cambiado. El trabajo por proyectos es una forma más de trabajar, la movilidad entre departamentos, territoriales, sedes, y el cambio de funciones dentro de una empresa es algo muy natural y que además se percibe como positivo. Vamos que los entornos seguros, estables y predecibles cada vez son más escasos.
El cambio de paradigma en cuanto a las motivaciones y necesidades (más allá del comer) de las personas en su rol profesional, también está cambiando. Ojo aquí no quiero entrar en el tema de la “gran renuncia “porque es abrir un melón que mis sesgos casi baby boomers no me dejan valorar con objetividad. Pero cierto es que estamos aprendiendo ya que, el trabajo es un medio de desarrollo así que por qué no buscar entornos y proyectos que se ajusten a nuestras motivaciones laborales. Y ojo siendo consciente y realista que no todo el mundo va a poder trabajar en algo alineado con sus intereses y motivaciones profesionales, dejemos fuera de esto a los unicornios voladores y arco iris de colorines.
Las inquietudes emprendedoras, por vocación u obligación, y el perfil del emprendedor se acerca más a los profesionales 45+ que a los jóvenes recién titulados, con lo que las necesidades de aprendizaje y desarrollo de nuevas habilidades es aún mayor.
Las exigencias de actualización y aprendizaje constantes, ya en cualquier puesto, o si nos ponemos drásticos, los procesos de reorientación profesional cada vez más habituales costeados incluso por la empresa, por cierres, ERE, restructuraciones de plantilla….¿sigo?
Tenemos todas las papeletas, de vivir nuestro rol profesional con el permanente e incómodo pensamiento de que debería saber, hacer y ser más de lo que sé, hago y soy.
La intensidad, la frecuencia o el agobio que estos pensamientos y sus correspondientes emociones te provoquen, dependerá de tu forma de ser, de tu autoconfianza, de tu capacidad de racionalizar las situaciones, de tu tendencia a planificar en corto o largo plazo, de tus tendencias de comportamiento, motivaciones, expectativas…de muchas cuestiones que pueden aprender a dominar a través de la Inteligencia Emocional.
Otras cuestiones como el sector en el que trabajes, tu trayectoria profesional, tu situación actual, tu competencia… ya no dependerán de ti, pero igualmente te afectarán y te quitarán el sueño.
Yo no estoy libre de ello, no te pienses. He mejorado la gestión de estos pensamientos, ya no desfibrilo cada día, faltaría más (vaya mierda de coach sería si no…) Pero no me engaño, sigo pensando de vez en cuando que de haberme dedicado a esto antes, que se muy poco en comparación con otros compañeros, que debería certificarme en esto, en lo otro…
¿Qué me sirve a mí cuando me siento pequeña, insignificante y poco competente?
Aceptar la realidad y racionalizar pensamientos: Y eso implica valorar y aceptar lo que has hecho antes y los conocimientos que te ha aportado. Reconocer el contexto actual en el que te encuentras y qué tienes para moverte en este contexto. Dejar de pensar en términos de no se nada, todo el mundo sabe más que yo, nunca voy a conseguir tener toda la formación que tienen los que llevan haciendo esto más años que yo.
Concretar el objetivo y el para qué de esta nueva situación: Qué quiero hacer. ¿Con los conocimientos y capacidades que tengo ahora puedo empezar a hacerlo? ¿Qué me falta?
Concretar mi posición respecto al objetivo y respecto a mi entorno: Hay muchos tipos de profesionales y muchas clases de desempeño según experiencia, conocimientos, trayectoria, enfoque, objetivos… la tuya es otra más, que tendrá su público objetivo.
Trabajar la seguridad y la confianza en mí: las personas inseguras que no conocen sus capacidades, ni su potencial, que no tienen confianza en sí mismas (lo que es normal cuando te mueves en terreno desconocido y nuevo) ven competencia y competidores hasta debajo de las piedras. Porque si yo no soy buena en lo que hago, cualquiera lo hace mejor que yo, todos son potenciales competidores. Hace muchos años escribí un post –Mi éxito no depende de tu fracaso-, que habla de esto mismo. Así que fíjate si llevo años trabajando para controlar a la impostora que llevo dentro.
Librarte de la máscara de aparentar ser profesional, es como librarte de una fobia. No te lo vas a quitar de encima completamente en la vida. Las personas que tienen miedo a volar dicen que siguen teniendo miedo a volar, pero aprenden a gestionarlo y al menos, no se quedan en tierra.
Piensa que el miedo a no saber suficiente, a quedarte atrás, a perder competencia profesional te va a ayudar a no bajar la guardia, a no caer en la mediocridad y no confiarte. Pero también hay que saber cuándo parar, y cuándo y cuánto es suficiente por un tiempo.
Una cosa es avanzar y otra ir en un sprint crónico y agotador por llegar a una meta que está moviéndose continuamente hacia delante.
Tu eliges, ¿corres o avanzas?