Ser madre es una condición de mi vida que afecta en el plano laboral y ha sido en ocasiones una fuente de ansiedad, inseguridad, creencias limitantes, sesgos y exigencias propias y ajenas.
Siempre he sido muy reservada respecto de todo lo que a mi entorno personal se refiere, de forma totalmente consciente he mantenido mi rol de madre muy al margen de todo lo que tuviera que ver con el trabajo. A veces hasta el extremo. Me parecía poco profesional.
Ni fotos de familia de fondo de pantalla, ni límites en los horarios de trabajo, ni pegas para viajar o estar siempre disponible. Una total separación de rol de madre y mi rol profesional.
Dentro de unos días, es el día de la madre y he pensado en rescatar estas confesiones, y empezar a hacer cambios, creo que ya estoy en la edad…
Borrando líneas imaginarias pero muy reales.
He querido compartir este vídeo que grabé hace un año para un vídeo corporativo de una empresa, en el que me sorprendí a mí misma confesando que una de las mayores dificultades en adaptarme al teletrabajo, fue aprender a ejercer los dos roles a la vez, mi yo madre y mi yo trabajo, sin sacrificar ninguno de ellos, sin fallar en ninguno de ellos.
Era la primera vez que incluía en mi presentación mi edad y mi condición de madre, lo cual me resulta bastante extraño y no lo hubiera hecho en otro contexto que no fuera el hablar de los cambios y dificultades a los que me he tenido que enfrentar como profesional, mujer y madre, en el nuevo paradigma social y laboral.
Precisamente es esa premeditada y consciente “ocultación” de uno de mis roles, lo que me da pie para explicar una de las cuestiones que a mí me resultó difícil de gestionar con el cambio del trabajo en casa y el confinamiento. Dejar de separar de alguna forma lo que es mi yo profesional de mi yo mamá o mi yo lo que sea.
He sido muy cuidadosa y he tenido mucho interés, en que mi vida personal nunca se mostrara en mi parte profesional, es algo que tengo interiorizado desde hace muchísimo tiempo. Bien por creencias que pudiera tener sobre lo que es ser una gran profesional o lo que tienes que hacer o parecer, mejor dicho, para que te valoren como una gran profesional y se te respete como tal. O porque me resultaba más útil para la imagen que yo quería dar.
Es cierto que he trabajado muchísimos años en un contexto y en un entorno donde tener vida personal o tener otros focos de atención que no fuera en el trabajo, estaba mal visto y se podía percibir como una debilidad. Así que muchos de mis sesgos, son el resultado de la adaptación a las exigencias del guion del momento.
Bajo ese paradigma tan interiorizado que había puesto en práctica durante tantos años, de repente, encontrarme abriendo esa ventana a mi casa, a mi entorno familiar no fue fácil de gestionar. Que tu vida personal irrumpa de lleno en tu vida profesional para mí fue un zasca en toda regla, y tuve que aprender e interiorizar que no por eso soy menos buena, no por eso soy menos profesional y no por eso pierdo el respeto o la validez de cara a los demás. También he tenido que aprender a respetar profesionalmente a otras personas que de forma más natural mostraban esas dos facetas de su vida y que a mis ojos, resultaban no tan comprometidas con su trabajo como yo (lo sé ahora estáis flipando).
dicen que “detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”, pues hay otra frase que dice que «detrás de una gran mujer…hay unos abuelos extraordinarios».
Otra cuestión que también resultó para mí un zasca, aunque parezca increíble, fue el aprender a hacer de madre las 24 horas del día. Yo cuento con mis padres que están siempre disponibles para cuidar de sus nietos, con lo cual estaba acostumbrada, muy mal acostumbrada, a ponerme en modo trabajo y poder dedicar mucho tiempo y concentración a ese modo trabajo. Así que también me he visto aprendiendo a desempeñar los dos roles simultáneamente y todo el rato, todo el día, sin escapatoria.
Lo que yo pensaba que era una fortaleza, mi capacidad de concentración y dedicación al trabajo, qué curioso que era una debilidad. Porque hay muchas mujeres que no cuentan con esta ayuda y han sabido hacer desde siempre malabarismos con sus roles.
La tercera cuestión y la más evidente que nos afectó a todos, fue el decirle a tu cerebro que se pusiera en modo trabajo aun estando en el salón de casa. Acostumbrar la cabeza a otros estímulos que me hicieran ponerme en modo trabajo y tener el mismo desempeño que antes. Pero ya es una cuestión de creación de hábitos, un tema menos trascendental (de la que he escrito algún post aquí en la web y en LinkedIn por si te interesa el tema…)
Una oportunidad de ser ejemplo.
Creo que hay algo muy positivo en todo este nuevo contexto, que es el ejemplo que estoy dando o que he empezado a dar a mis hijos durante estos meses, la oportunidad de que hayan conocido mi parte profesional a la que antes no tenían acceso, que me hayan visto dar formaciones, que me hayan visto en reuniones de trabajo, que me hayan visto trabajando concentrada y disfrutando es lo más importante. Creo que es un ejemplo muy bonito, muy valioso que les puedo dar. Que aprendan que el trabajo puede ser una fuente de satisfacción, que hay muchas formas de aportar, de desarrollarse y de comprometerse con lo que quieres hacer en la vida o con lo que quieres que sea tu contribución profesional.
Que el trabajo es algo más que una obligación, que una necesidad para estar en esta realidad que hemos inventado y en este sistema que hemos elegido. Que el trabajo puede ser una extensión de las personas donde se reflejan sus valores, sus creencias limitantes o no y donde también se disfruta y se ES.
Me encantará leer tu opinión sobre esto. El vídeo es un aquí te pillo aquí te mato, muy agradecida de que contaran conmigo, ya sabes que lo mío es la espontaneidad y que si me lo tengo que pensar no lo hago. Espero que te haya gustado.
Feliz día de la madre.
(Te quiero mamá)