Aquí os dejo una de las dinámicas que aplico con frecuencia en mis talleres y formaciones…
Uno de los primeros dibujos que aprendemos a hacer cuando somos muy pequeños, es dibujar el contorno de nuestra mano en un papel.
Es un recurso fácil para entretener a un niño y tan sólo se requiere un papel o las muy apañadas servilletas de cafetería y algo para pintar.
Del contorno regordete de la manita que hacemos de pequeños, a la mano que ahora mismo podíamos dibujar, hay muchos años de experiencias, de aprendizaje, nuestras manos están llenas de vivencias y de recuerdos. Las utilizamos para lo bueno y para lo malo, para aplaudir y para cogernos la cara cuando lloramos. Nos ayudan a amortiguar la caída cuando nos vamos al suelo y nos dan impulso para levantarnos.
Los hay que dicen que son el mapa de nuestro camino por la vida y que llevan escrito nuestro destino. Pero a estas alturas, hemos aprendido que el destino lo escribimos cada día ¿verdad? Así que cuál puede ser el secreto que esconden tus manos y que aún no conoces.
Yo lo aprendí hace poquito, de la mano (valga la redundancia) de Juan Pablo Villa, gran profesional del Coaching, y quiero compartirlo contigo porque algo tan valioso que va con nosotros a todas partes, no debe pasar desapercibido. ¿Por qué? Pues porque en tu mano llevas todo lo que necesitas para ser y hacer lo que quieras.
Coge un papel (olvida la servilleta, dónde vas con esa manaza y una servilleta tan pequeña).
Dibuja el contorno de tu mano.
Vamos con el dedo gordo, el pulgar. El pulgar es el dedo que nos diferencia de los primates, es el que nos permite coger objetos de grandes dimensiones, y es el único dedo que llega tocar a los demás dedos. Los romanos lo usaban para sentenciar o salvar la vida. El pulgar marca la diferencia, es imprescindible. Así que piensa qué es lo que en ti marca la diferencia, lo que te hace especial, tus fortalezas y tus habilidades. Escríbelas en tu dedo pulgar (el del papel, claro que si prefieres tatuártelo, cada uno es cada uno…). Es curioso que con el pulgar indiquemos que todo está bien, o por el contrario estamos mal. Marca nuestro nivel carga, si nuestras fortalezas están a tope, señalamos hacia arriba con un archi-terriblemente-usado OK.
El índice: con él señalamos una dirección, nuestra dirección. Un sentido, un camino. Sabes cuál es tu camino, hacia dónde quieres ir. Pues piénsalo bien porque desde hoy cada vez que señales con el dedo, estarás definiendo tus pasos.
El corazón: el más largo de la mano, el que está en medio y sobre sale por encima de los demás. El dedo corazón, el que se lleva nuestra pasión, lo que hacemos de verdad con ganas, poniendo el corazón. ¿Cuál es tu pasión?
El dedo anular: En él, por tradición, nos colocamos los anillos que nos unen a la persona que queremos, la que nos importa, la que hemos elegido para aliarnos en la vida. En este dedo están tus alianzas, las personas que te apoyan, las que necesitas para llegar a tu meta. También las habilidades y aptitudes que necesitas instalar y mantener en tu vida para llegar a conseguirlo.
El dedo meñique: Es mucho más pequeño que los demás, no nos sirve en teoría para nada en especial. Es raro, diferente. ¿Qué es lo que te hace diferente a ti? Cuál es tu propuesta de valor, qué tienes que aportar al resto que te hace especial.
Este es el secreto que escondías en tu mano, tus fortalezas, tu dirección, tu pasión, tus alianzas y lo que te hace especial. Ahora que lo sabes y lo llevas contigo a todas partes, no lo olvides. Puedes apretar el puño muy fuerte, para conservarlo y que no desaparezca, o puedes abrir la mano, y dejar que tus dedos te guíen.
Desde hoy, cuando alguien te tienda la mano, cógela, porque te está ofreciendo mucho más de lo que ves. Cuando alguien te diga que todo está en tu mano, escucha atentamente lo que te dice tu corazón. Cuando alguien te acaricie, siente el valor de ese gesto, te está tocando con sus fortalezas y debilidades. Desde hoy ya no es una frase hecha.
Porque, realmente todo está en tu mano.
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