Si tú fueras un producto ¿sabrías venderte?
Para alguien como yo que viene del mundo de las ventas, tengo totalmente claro que todos somos vendedores, desde que salimos por la puerta de casa hasta que volvemos a entrar, somos los comerciales expertos de un solo producto, nosotros mismos.
El mundo de las ventas es un entorno apasionante, muy competitivo, muy agresivo y muy exigente. No apto para personas introvertidas y con talante tranquilo o pasivo. Y si hablamos de venderse a uno mismo la dificultad sube de nivel, curiosamente ¿verdad? Porque quién mejor que nosotros para resaltar las características de nuestro currículum, quién mejor que nosotros para convencer al, llámese comprador, reclutador, entrevistador o empresa, de qué nuestras especificaciones como profesional son las mejores para cubrir su necesidad.
Estoy segura, ruteros, que en algún momento habéis oído expresiones como: “te tienes que vender mejor” o “con lo que tu vales, es que no te sabes vender” (esta es muy propia de las madres), y es verdad, a muchos nos cuesta vendernos. Te daré algunas pistas del por qué.
Pista nº 1, ¿cuáles son tus creencias sobre mostrarse a los demás? A mí me enseñaron de pequeña que no hay que alardear de lo que se tiene, se sabe o se es. Que con que yo lo sepa es suficiente. He crecido con la creencia de que “presumir” de mis virtudes o conocimientos es malo, y la gente que se “vende bien” no tiene reparos en resaltar, a veces en exceso, sus capacidades o sus competencias. Por miedo a resultar pedante, omito o no detallo cuáles son mis “especificaciones de producto”. ¿Haces tú lo mismo?
Pista nº 2, entre dos productos de iguales características ¿cuál escojo? El mercado laboral en estos momentos es muy competitivo, lleno de personas muy preparadas, entonces ¿cómo destaco por encima de la competencia? Pues aquí es donde muchos dan rienda suelta a su imaginación, y los post-grados de 1 año se convierten en masters, donde las licenciaturas en derecho o psicología se obvian y se presentan a sí mismos como abogados o psicólogos sin haber ejercido ni un solo minuto. Y tú que haces de la honradez y la transparencia tu bandera, consideras que una experiencia de 1 año desempeñando un trabajo no te legitima para defender que sabes hacer algo.
Pista nº 3, “el movimiento se demuestra andando”. De igual manera pienso que la valía se demuestra haciendo, que la experiencia se ve en el trabajo. Pero el problema es que para demostrar trabajando, hay que conseguir el trabajo, y eso pasa por conseguir esa entrevista, ese contacto que te permita una oportunidad, esa reunión que te deje exponer tu propuesta. Y si no tienes claro que tienes que venderte antes para demostrar después, mal vamos. Eres tú el que tiene que cerrar la venta y no esperar a que te compren.
Pista nº 4, si no crees en el producto que ofreces no vendes. Aplícate el cuento. Si no crees en ti mismo y en tu valía no puedes reflejar la seguridad y profesionalidad que la otra persona está buscando.
No tengas reparos en resaltar lo que sabes hacer y lo que se te da bien pero sin caer en la pedantería, no mientas en tu currículum pero no restes importancia a tu experiencia sólo porque no tenga una titulación concreta que la avale. Recuerda que antes de demostrar lo que vales tienes que convencer que lo vales, y sobre todo, cree en ti mismo y en tus capacidades. Lo del “busque, compare y si encuentra otro mejor, compre” vamos a dejarlo para los detergentes.
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Imagen de gratisography.com
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